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1ª Etapa: O Cebreiro – Triacastela: 21,8km

En la etapa que nos llevará a Triacastela, nos toparemos con el primer rastro del Camino, ya que en el Alto de San Roque nos aguarda una escultura del gallego José María Acuña, que representa a un peregrino caminando contra el viento.
No obstante, será en el propio pueblo de Triacastela donde encontraremos las primeras ruinas relacionadas con la peregrinación, una prisión y un hospital entre la multitud de valles y montes que rodean al municipio. También allí descansa su Iglesia y su monumento al peregrino en la plaza del ayuntamiento, donde una figura rodeada de piedras recuerda a los caminantes medievales que cargaban una piedra caliza para contribuir a la construcción de la fachada de la Catedral de Santiago.

2ª Etapa: Triacastela – Sarria: 18km

La segunda etapa vía San Xil, es una de las más complicadas, pero sus caminos de tierra y piedras, sus empinadas pendientes y la irregularidad general del terreno, se ven recompensados por el paisaje de la auténtica Galicia, salpicada de tupidos bosques, hermosos prados y aldeas con encanto.

Una vez recorrido este fantástico paraje rural, en la meta nos espera Sarria, un municipio cuya historia está presente en cada rincón. Es, tal vez, el Convento de la Magdalena (S.XII), el que destaca especialmente, no sólo porque fue fundado por Alfonso IX de León, sino también porque este rey fallecería en ese mismo convento años después, mientras realizaba su peregrinación a tierra santa como agradecimiento por su triunfo contra los musulmanes en Mérida.

3ª Etapa: Sarria – Portomarín: 22km

El siguiente objetivo a alcanzar será Portomarín y la ruta que nos llevará hasta este municipio, aunque con pendientes empinadas, nos permitirá deleitarnos con la belleza de los arroyos y praderas que nos encontraremos en el descenso hacia el río Miño.

Al llegar a nuestro destino descubrimos el recuerdo de un pueblo medieval que destacaba por su importancia histórica y artística, pero que fue sepultado bajo el agua en 1962, debido a la construcción del embalse de Belesar, ordenado por Franco. No obstante, sus habitantes consiguieron rescatar a este pueblo del olvido, trasladando cada piedra al monte do Cristo antes de que se perdiera bajo el agua y reconstruyéndolo de nuevo. Como curiosidad es interesante saber que todavía hoy pueden verse las ruinas de la antigua villa cuando el nivel del embalse está bajo.

4ª Etapa: Portomarín – Palas de Rey: 25km

La etapa que nos llevará a Palas de Rey es, tal vez, una de las menos llamativas, ya que gran parte de la ruta se realiza por carretera y está coronada por cuestas bastante empinadas. Sin embargo, algunos alicientes en el camino lo harán más llevadero, como las ruinas de uno de los más importantes castros de la Edad de Hierro cerca de Castromaior, el hospital de Ligonde, que dio cobijo a Carlos I y a su hijo durante su peregrinación, o las llamativas hormigas gigantes del Paso da Formiga.

Una vez en Palas de Rey, podemos encontrar restos arqueológicos de la cultura castreña, como dólmenes y castros, así como la indiscutible huella de la nobleza gallega, cuyas ruinas abarcan multitud de fortalezas, castillos y pazos. También el Camino de Santiago dejaba su estela en este pueblo con la construcción de la Iglesia de Vilar de Donas, además de estar indicado en el Códice Calixtino como parada obligatoria para el peregrino.

5ª Etapa: Palas de Rei – Arzúa: 29,7km

La etapa que une Palas de Rey con Arzúa es la más larga de este Camino, albergando casi 30 km. Esta ruta, conocida como ‘rompepiernas’, es una de las más complicadas, mezclando recorridos forestales y carreteras.

Llegar a Arzúa significa acercarse a los dominios del queso por excelencia, cuya denominación de origen Arzúa- Ulloa es la segunda en producción después del queso manchego, por lo que no es de extrañar que uno de sus atractivos sea el Centro de Divulgación do Queixo y do Mel, que tiene como objetivo su promoción.

No obstante, como buen enclave del Camino de Santiago, también conserva cierto patrimonio religioso, como las ruinas del convento del siglo XVI fundado por los frailes agustinos, aunque de él sólo se conserve la capilla de la Magdalena.
Además, en este municipio coruñés confluyen el Camino Francés y el Camino del Norte, cuyos peregrinos ya pueden tocar con las puntas de los dedos su destino final, puesto que sólo restarán 40 km del ansiado Santiago.

6ª Etapa: Arzúa – O Pedrouzo: 19km

La penúltima ruta hacia Pedrouzo se perfila como una de las más cómodas y fáciles de realizar, con un recorrido que cruza zonas rurales, pistas forestales y pequeños ríos, aunque en su segunda etapa tendremos que cruzar varias veces la carretera y nos encontraremos con un inseparable compañero de viaje: el barro.

Justo después de Salceda descansa la placa homenaje al peregrino suizo, Guillermo Watt, que murió realizando esta ruta.

Una vez alcanzado O Pedrouzo, capital de O Pino y perteneciente a la parroquia de Arca, nos encontraremos con un municipio sin mucha relevancia a nivel patrimonial o natural, a excepción de la iglesia neoclásica de Santa Eulalia de Arca, destacando especialmente por su altar en forma de vieira.

7ª Etapa: O Pedrouzo – Santiago de Compostela: 20,3km

En el primer tramo de la última etapa, repleto de praderas y los cada vez más característicos bosques de eucaliptos, recalaremos en Lavacolla, que recoge su nombre de la tradición de asear y purificar los cuerpos de los peregrinos para llegar limpios a Santiago, como está indicado en el Códice Calixtino.

Poco después nos toparemos con el imponente Monte do Gozo, desde el que podremos vislumbrar por primera vez Santiago y parte de su catedral. Y es precisamente de la alegría que despierta esta visión de donde este monte toma su nombre.

Dejando atrás este punto emblemático del Camino, comenzamos un descenso que continuará por las empedradas calles de la ciudad del Apóstol, cuyo último tramo desembocará en la solemne Plaza del Obradoiro. Y allí, justo frente a nosotros, la tan esperada Catedral de Santiago por la que ha valido la pena el esfuerzo de estas siete etapas.

ESP